martes, 16 de septiembre de 2014

Fases militares

Es frecuente en la historiografía distinguir cuatro fases de la Primera Guerra Mundial:

• Guerra de movimientos (1914).
• Guerras de posiciones (1915-1916).
• Crisis de 1917.
• El final de la guerra (1918).

Guerra de movimientos (1914)


Una etapa de la Primera Guerra Mundial se denominó guerra de los movimientos, debido a las múltiples estrategias de las tropas de ambos bandos, para con rápidos movimientos atacar a sus respectivos enemigos y no tener represalias. Se desarrolló en dos frentes:

En el occidental 


Alemania puso en práctica el plan diseñado por el general del Estado Mayor A. Von Shlieffen e invadió Bélgica violando con ello la neutralidad de ese país. La intención era sorprender a los franceses por el norte y llegar hasta París en pocas semanas. El plan Shlieffen pareció tener éxito, pues una vez eliminada la oposición de los franco-británicos en Charleroi, los alemanes emprendieron un rápido avance por territorio francés sin encontrar apenas una resistencia organizada. El gobierno francés tuvo que abandonar París y se retiró a Burdeos. Los franceses, comandados por el general Joffre, reorganizaron sus ejércitos aprovechando el traslado de tropas alemanas al frente oriental. Pasaron a la ofensiva el día 5 de septiembre, fecha de inicio de la batalla del río Marne donde sorprendieron a los desprevenidos alemanes que hubieron de emprender la retirada, aunque más tarde lograron estabilizar el frente. La batalla del Marne puso de relieve el fracaso de los planes alemanes para vencer a los franceses mediante un ataque relámpago.

En el frente oriental 


Los rusos penetraron en Prusia oriental a finales de agosto derrotando a los austríacos en Lemberg y conquistando la región polaca de Galitzia (bajo soberanía austríaca). El inesperado empuje ruso provocó el repliegue alemán hasta que el general Hindenburg (jefe de las tropas alemanas en el frente oriental) logró con los refuerzos provenientes del frente occidental obtener dos sonadas victorias en Tannenberg (agosto de 1914) y en los Lagos Masurianos. A pesar de esos reveses, los rusos lograron apoderarse de la Galitzia austríaca y de Serbia, que previamente había sido derrotada por Austria.

Guerra de posiciones (1915-1916) 




Esta fase de la guerra es conocida también como “Guerra de trincheras” por la forma en que se desarrollaron las operaciones militares, abarcó los años 1915 y 1916.

Los alemanes, una vez fracasada la ofensiva inicial, adoptaron una estrategia defensiva y se atrincheraron en el frente occidental tratando de proteger sus posiciones y concentrando la mayor fuerza ofensiva en el frente oriental. Las tropas se vieron obligadas a luchar durante meses en trincheras, en penosas condiciones, bajo la constante acción de la artillería, rodeados de alambradas, enfangadas en terrenos infectados de roedores y sometidas a la machacona acción de las armas automáticas y los nuevos ingenios bélicos. En el frente ruso los alemanes habían alcanzado exitosas victorias, sin embargo en el occidental fueron los aliados quienes tomaron la iniciativa durante el transcurso de 1915, lanzando ofensivas en Champaña y Artois que fueron contenidas por los alemanes.

Durante los meses de 1916 se desencadenaron una serie de acciones con el fin de romper las líneas enemigas. El punto donde se concentró el ataque alemán fue la fortaleza de Verdún. Allí se sucedieron violentos combates entre febrero y diciembre (“Infierno de Verdún”). El resultado de la batalla arrojó enormes pérdidas por ambos bandos, calculándose en 750.000 bajas entre muertos y heridos. Con el fin de distraer la acción de los alemanes las fuerzas británicas y francesas iniciaron una ofensiva en el norte de Francia, en torno al río Somme. Las bajas fueron de nuevo descomunales, superiores a las de Verdún. En el frente oriental los rusos, consiguieron al mando del general Brusilov obtener éxitos en Galitzia.

En la primavera de 1916 tuvo lugar el hecho naval más importante de la contienda, la batalla de Jutlandia, que se saldó con un ligero triunfo de la flota alemana sobre la británica. No obstante, los buques alemanes se retiraron a sus bases, interviniendo en adelante sólo en contadas ocasiones y dejando el peso de la guerra en el mar a los submarinos.

Crisis de 1917 


El equilibrio militar de finales de 1916 y la imposibilidad de dar fin a la guerra a corto plazo puso en dificultad a los beligerantes. Tropas y retaguardia fueron presa de una creciente desmoralización.

Durante 1917 se desencadenaron protestas de soldados y mandos que se transformaron en auténticos motines que fueron duramente reprimidos. La unidad política se quebró en el seno de cada una de las potencias e innumerables voces clamaron contra la guerra, exigiendo una paz negociada. Pero finalmente se impusieron las tesis de los partidarios de continuar la guerra.

Los submarinos alemanes habían declarado la guerra total tanto contra los buques de países beligerantes, como los neutrales. En Austria-Hungría el ejército que combatía en varios frentes comenzó a dar signos de desplome, a ello se unió la escasez de abastecimientos en las ciudades.

Los descontentos crecieron y se transformaron en reivindicaciones nacionalistas, de modo que húngaros, checos y polacos empezaron a demandar su independencia del Imperio.

En Italia, a la que los austro-húngaros habían infligido severas derrotas, es encontraba en una delicada situación y reclamaba la ayuda del mando aliado, que envió varias divisiones franco-británicas para evitar su derrumbe militar.

En el Imperio Turco, tras una serie de reveses que hicieron perder Palestina y Mesopotamia a manos británicas, la situación se tornó insostenible.

Rusia constituyó sin duda el escenario más convulso de esta etapa. Presa de un fuerte descontento motivado por la escasez de víveres y los continuos descalabros militares, sufrió diversos motines que finalmente desembocaron en la Revolución de febrero de 1917. El Zar Nicolás II se vio obligado a abdicar y se formó un gobierno provisional de corte occidental liderado por Kerenski, que en contra de la mayoría de los rusos decidió proseguir la lucha.

Meses más tarde, en octubre del año 1917, un golpe de estado acabó con el gobierno burgués de Kerensky y aupó al poder a los comunistas de Lenin. Éste entabló conversaciones con las potencias centrales con el fin de poner término a la guerra en el frente oriental, hecho que se materializó finalmente con la firma del Tratado de Brest-Litovsk en marzo del año 1918.

Por él se imponía a Rusia la perdida de extensos territorios, Estonia, Letonia, Lituania, Finlandia, etc. El abandono ruso significó un giro radical en el conflicto: el frente oriental quedaba libre de contiendas y ello permitió a las potencias centrales concentrar la totalidad de sus ejércitos en el frente occidental.

Sin embargo, la entrada en guerra de Estados Unidos (también lo hizo Grecia) en la primavera de 1917 alteró radicalmente las expectativas de alemanes y Austro-húngaros: supuso la apertura de un nuevo frente en los Balcanes pero, ante todo, la irrupción de una potencia extraordinaria que con su formidable peso económico, demográfico y militar, inclinó la balanza definitivamente del lado de los aliados.

El 2 de abril de 1917 el presidente Wilson (Estados Unidos) declaró la guerra a Alemania.

El final de la guerra, año 1918 


En el último año de la guerra todas las naciones hacen un esfuerzo supremo para lograr la victoria. Los alemanes, una vez eliminado el frente este, se van a centrar en el oeste donde aumentará su empuje. Los aliados coordinarán todas sus fuerzas bajo el mando único de Foch.

Ambos mandos atravesaban serias dificultades tanto militares como económicas. Sin embargo, la fatiga era más visible en el bando de los potencias centrales que en el aliado, pues la incorporación de Estados Unidos al conflicto aumentó los recursos materiales y humanos.

No obstante, en 1918 los germanos consiguieron eliminar definitivamente del escenario bélico a los rusos que habían iniciado negociaciones para poner fin a la guerra.

Una serie de derrotas continuadas habían animado al gobierno revolucionario soviéticos a firmar en marzo el Tratado de Brest-Litovsk.

Con las manos libres en el frente oriental, el general alemán Ludenrdorff inició una ofensiva en el lado occidental. Fue la conocida 2º Batalla del Somme para diferenciarla de los combates que se habían desarrollado en la misma zona en 1916. La iniciativa fracasó, pues los aliados frenaron la ofensiva en el Marne en el mismo lugar donde Joffre había hecho abortar en 1914 el plan Shieffen.

La contraofensiva aliada al mando del general Foch fue iniciada en julio de 1918 y forzó el repliegue de las tropas alemanas. En agosto un nuevo ataque aliado que empleó abundantes carros de combates desplazó a los germanos hasta la frontera belga. La crisis militar se tradujo en deserciones masivas.

El 8 de noviembre de 1918 estalló en Berlín un movimiento revolucionario y el Káiser Guillermo II abdicó. Se formó un nuevo gobierno que encabezó el socialdemócrata Elbert. Alemania firmó el armisticio el 11 del mismo mes.

La monarquía de los Hohenzollen dejó paso al establecimiento de una república demócrata, llamada Weimar, regida por un frágil sistema parlamentario, que fue presa de una gran inestabilidad hasta 1933, fecha en que Hitler abolió la democracia. Esa fragilidad fue causada principalmente por la crisis económica de posguerra y sus secuelas sociales y políticas.

El imperio Austro-Húngaro se rindió a mediados del mes de noviembre, en tanto que búlgaros y turcos lo habían hecho ya en septiembre y octubre respectivamente.

El 28 de junio de 1919 en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles fue firmado el Tratado del mismo nombre, que puso fin a la Primera Guerra Mundial. El acuerdo coronaba un proceso de paz, iniciado seis meses antes, con la firma del armisticio que en noviembre de 1918 acordó el cese de las hostilidades. Los imperios centrales perdieron la guerra. El Tratado de Versalles implicó para Alemania no sólo su desmembramiento territorial y la aceptación de una deuda de guerra de 33 mil millones de dólares, sino un desarme casi total del ejército y la flota. Por su parte, Austria se vio obligada a reconocer la independencia de Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia y Hungría, y a ver reducido su territorio a un pequeño país del centro de Europa. Las nuevas fronteras delimitadas en el tratado dejaron desconforme a la mayoría de los países, y constituirán el germen de una nueva guerra mundial.

Bibliografía 
Cámara, J. J. (2004). Clases historia. Recuperado el 11 de Septiembre de 2014, de Clases historia: http://www.claseshistoria.com/1guerramundial/fasestabla.htm 
iHA. (s.f.). Historiarte. Recuperado el 12 de Septiembre de 2014, de Historiarte: http://www.ihistoriarte.com/2014/05/la-primera-guerra-mundial-desarrollo-del-conflicto-ii/ 
Stone, N. (2013). Breve historia de la primera guerra mundial. España: Planeta.

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